Homenaje y Memoria a Federico García Lorca en el 75 Aniversario de su asesinato.
Estos versos míos, quieren ser homenaje y memoria a Federico García Lorca ahora justo cuando se cumple el 75 aniversario de su brutal asesinato, cometido por los desalmados fascistas que asaltaron el poder legitimo y republicano para teñir de sangre y miseria a la mayor ciudadanía española. Lorca, espejo de tantos y tantos miles de hombres, mujeres y niños masacrados como él, desmembrados y ocultos, jamás por nuestro sentido común ignorados, no debe de permanecer más tiempo bajo las tierras más ocultas de España.
Como las cerezas del Verdeamor, de aquel árbol de la fruta prohibida de mi infancia, haciendo sombra y abanico a la casa de mi primera inocencia, contrapone la tristura del mayor de los crímenes fascistas al pie de un noble olivo que tanto engendró en él rima y bronceado poético. Es esta mi única canción sin música, para ser sentida sin aditamentos sonoros que oculten el tronar del corazón que late los mementos necesarios para que la memoria recupere y devuelva a su digno sitio, el privilegio y el merecimiento histórico de todos y cada uno de aquellos que aun siguen desterrados en las cunetas, en los barrancos, en las serranías, en los alrededores de los cementerios, o en los parajes miserables elegidos por quienes truncaron la legalidad vigente y democrática. Los que rompieron la armonía universal del poeta más grande y necesario.
COMO LAS CEREZAS DEL VERDEAMOR
Cuando ladraron los máuseres
empuñados por trémulas manos obedientes
a las órdenes asesinas de las estrellas rebeldes,
los resecos olivos, cabizbajos, sudaron sangre.
La resina pegajosa brotó más colorada que nunca,
rojo oscura, rojo intensa,
de idéntico color a las cerezas
encaramadas en el árbol de la infancia.
¡Cuanta paradoja!
Ramas perladas de rubíes, brotados a borbotones,
coágulos de dulzura, burbujas de inocencia,
pendientes y collarinos aromáticos,
fruto y sombra a la vera de la casa del Verdeamor.
En la sierra granadina,
aquél niño genial de treinta y tantos años,
fue asesinado brutalmente
cuando amanecía la desgracia,
cuando florecía la canalla más canalla.
Tintaron la tierra anaranjada con su sabia madura,
fontana de palabra escogida, derramada…
¡Maleficio de Bernarda!
Malditas bestias oscuras que enlutaron la miseria.
Sangre de Lorca que enfanga la historia.
La memoria incompleta, inacabada.
Quisieron olvidarnos al poeta, y al maestro,
y a los dos banderilleros, crucificados a su vera
como los ladrones del Calvario.
Como tantos y tantos hombres y mujeres,
paseados, chequeados,
en negras noches difuntas,
andaluzas, gallegas, extremeñas, asturianas…
Infinitas madrugadas sucesivas.
Dos, cuatro, cuarenta, cuatrocientos, cuatro mil,
cuatrocientos cuarenta y cuatro mil…
En fila india,
de dos en dos,
a pares,
por parejas,
como las astas del toro,
como las banderillas,
como la guardia civil…
como las cerezas.
A Federico García Lorca lo detuvieron
El 16 de agosto de 1936, en Granada,
su Granda
albaicina,
gitana.
En la sierra periférica de Víznar
lo fusilaron antes de rayar el alba,
¡Por poeta, rojo y maricón!
Rafa Lorenzo,
16 de agosto de 2011, fiesta de San Roque en Tineo mi pueblo y el vuestro.